LA IMPORTANCIA DEL JUEGO EN EL DESARROLLO

El juego es un puente entre la realidad y la fantasía, es un espacio intermedio entre el afuera (realidad exterior) y el adentro (necesidades personales, deseos, sentimientos…). Es un mundo creado por cada niño y niña en particular. Este espacio ayuda a los menores a superar miedos y ansiedades, es un entrenamiento para la vida adulta, ayuda a interiorizar y comprender.

El juego tiene un papel fundamental en el desarrollo, la salud mental infantil y la maduración psíquica.

Desafortunadamente, a lo largo del curso se termina privando a los menores de horas de juego necesarias para ellos. Las prisas, los horarios, las tareas, las extraescolares, el sistema escolar, etc., se van acumulando y  van robando tiempo al juego libre, juego que  los propios niños van moldeando según sus necesidades de forma inconsciente, dejando de lado aquellas actividades que van perdiendo sentido para ellos.

Jugar a fútbol, el baloncesto, las clases de baile, pintura o música, aportan diversión y múltiples aprendizajes a los niños y niñas, pero estos también necesitan un espacio libre, que favorezca el juego espontáneo e imaginativo.  Esto deberíamos tenerlo en cuenta tanto las familias como los colegios a lo largo de todo el año, ya que estamos hablando de la salud psicológica de nuestros hijos, futuros adultos de esta sociedad actualmente invadida por dificultades emocionales. Para muchas familias no es fácil organizarse debido al trabajo y tareas del hogar, pero… no olvidemos que los adultos tenemos la responsabilidad de no caer en la trampa de la sociedad.

Cada vez son más los proyectos educativos que dan al juego el valor que se merece y poco a poco van ganando terreno a la imagen de alumnos frente a la pizarra, pero todavía queda mucho trabajo para que todo menor, en especial en la primera infancia que va de los cero a los seis años, tengan todo el tiempo que necesitan para moverse y jugar libremente. Sin querer quitar importancia al juego en la educación primaria, que también cumple un importante valor, por ejemplo el juego es una vía para socializarse, interiorizar normas o superar miedos.

Todo menor tiene el derecho a disfrutar del juego libre y todo adulto tendría que tener el compromiso de satisfacer tal derecho.

Winnicott, célebre pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés, quién realizó importantes aportaciones a la psicología infantil, ya lo dijo hace mucho tiempo “el niño que juega es un niño sano”.

Estas son algunas de las funciones del juego en el desarrollo de los menores:

  • Facilita el desarrollo psicomotor, la motricidad fina y gruesa. Muy importante para otras muchas actividades de la vida.
  • Ayuda a manejar ansiedades y temores que varían según la edad, momento evolutivo, características personales y conflictos propios de cada uno.
  • Apoya a la evolución de la autonomía y la socialización.
  • Desarrolla la imaginación y fantasías que son la base de la creatividad.
  • Ayuda a la simbolización, base para la adquisición de nuevos aprendizajes actuales y futuros.
  • Favorece en la adquisición de la identidad.
  • Ayuda en la interiorización de normas y deberes

Ya desde el nacimiento se pueden observar conductas de pre-juego cuando el bebé se chupa el dedo o cuando coge sus propios pies. La primera actividad lúdica que puede verse en los bebés es “las escondidas”, juego gracias al cual el niño asimila las separaciones. El pequeño interioriza que ama o aita se van pero volverán, gracias al juego de “la ama no está…ya ha venido…”. Lo mismo sucede con el juego de la trona, conducta muy habitual en los bebés de tirar objetos y al devolvérselos vuelve a tirarlos. Mediante estos juegos interiorizan la permanencia del objeto, peldaño importante para progresar en el desarrollo.

Más adelante actividades lúdicas como meter y sacar objetos, manipular la arena, barro o agua, van ganando terreno a la vez que el menor consolida la noción de dentro/fuera, controlar/expulsar.

En todos estos juegos de la primera infancia, es muy importante la predisposición de la figura de apego. La presencia del adulto es importante pero sin interrumpir o dirigir el juego del menor, son ellos los que deciden cómo se juega, con qué se hace… Cada uno de los juegos que decida practicar libremente el niño/a cumple una función en su desarrollo, por eso es importante no interrumpir pero si acompañar si lo necesitan.

Cuando el niño empieza a jugar con muñecos y animales, puede practicar normas, límites o cuidados. Estos juegos simbólicos, cumplen también la función de poder descargar agresividades, el amor o tristezas, sin sentirse peligroso ni entrar en conflicto.

La necesidad de escuchar una y otra vez el mismo cuento, juegos de luchar, chocar coches, dibujar, así como otras muchas actividades tienen su función dentro del desarrollo psíquico del menor donde los padres y educadores no deberíamos entremeternos.

Más adelante, pasados los 6 años, aparecen los juegos de normas, de azar, todos ellos ayudan a canalizar la rivalidad, la competitividad y el ajuste al mundo. Estos juegos suelen ir unidos a mostrar las capacidades intelectuales y físicas a la vez que el niño tiene que exponerse a las risas y bromas de los demás.

A través del juego, gracias a las fantasías y el rol que van adoptando trasforman la realidad según sus deseos, sentimientos y necesidades para ir superando obstáculos y a la vez se cargan de herramientas para futuras situaciones angustiosas. Gracias al juego, el futuro adulto tendrá un espacio interno mental para manejar las situaciones dolorosas y de conflicto.

En psicoterapia el juego libre es una herramienta importante tanto para el diagnóstico como en la intervención. El juego aporta mucha información sobre la estructura psíquica del menor y mediante él se pueden producir cambios favorables para el paciente siempre y cuando sea acompañado de un profesional especializado en ello.

El juego es un derecho que tiene los niños y niñas y es una de las actividades más importante en la vida de los menores, no sólo proporciona placer sino además favorece el  desarrollo físico, cognitivo, emocional y social. Comparto con la psicóloga Kay Redfield Jamison su frase:

“Los niños necesitan tiempo y espacio para jugar. Jugar no es un lujo, es una necesidad”

Bibliografía:

Aberastury, A. (1999). El niño y sus juegos. Buenos Aires: Paidós.

Colas, J. (1998). Aportes del Psicoanálisis al conocimiento de la mente del niño: el juego. Revista Altxa.

Febres, V. M. (1996). El juego: pensamiento sin palabras.